Retorno...s

Por Sergio Pino



Siempre tuve el deseo por el arte, lo artístico en general y la creación de arte en particular.  Un deseo ambicioso, soberbio, incómodo, desorganizado, necio y terco, que no por ello era más poderoso que todo lo que operaba para obstruirlo, demorarlo o alejarlo, como la zanahoria que le atan en una caña al burro para que siga caminando, mientras no la alcanza camina y va... 

Este deseo tiene aspectos, características, elementos, momentos, etc.  Uno de estos aspectos o elementos es la palabra, siempre me vi atrapado, cautivado, aliviado o apasionado por la palabra.  La palabra estuvo ahí, siempre que me hizo falta, cuando lo demás no se podía, no alcanzaba o no estaba, la palabra nunca huyó y me permitió declarar y declamar, jugar, entretener, ofender y defender, reclamar, destacar, disimular, ocultar, revelar, aprender, negar, militar y con ayuda del psicoanálisis, crear!

Entonces, allá por los 2007's creo, no recuerdo con precisión, inicié un blog al que ya no puedo acceder.  Siempre dibujé, garabateé y traté de expresarme plásticamente, pero también tuve una inhibición que acompañaba ese gesto expresivo, dibujaba todo el tiempo, en papelitos, cartones, márgenes, en la facultad durante clases de derecho o sociología mientras hacía la carrera de Ciencias Políticas, en las que sin distraerme me iba por las ramas, literalmente, de complejos y detalladísimos árboles imaginarios y fantásticos, que dibujaba al mismo tiempo que tomaba apuntes. Palabras y garabatos, siempre juntos.

La palabra tenía una ventaja, no me inhibía o me permitía disimular la inhibición. De hecho con el tiempo fui desarrollando una habilidad para pintar con ella, con los significados y significantes que me fueron llevando a desempeñarme como orador en cuanto grupo integrara, la docencia fue casi una consecuencia natural de todo esto.  Me encontré creando mientras transmitía conceptos, creando un rol docente, una escena y una manera particular de comunicar, que llegó a que esas palabras facilitaran vínculos y lazos en los que no faltaron el amor y la poesía.

Y... eran épocas en las que se escribía, de puño y letra! Dibujábamos palabras para dibujar poesía, aún cuando mandábamos una nota para contar o preguntar algo cotidiano, no teníamos ni en la fantasía los smartphone con audios de whatsapp y las redes sociales, no hace tanto, pero pasó tanto en tan poco tiempo!

El deseo y la creatividad se estaban limitando a lo que la palabra podía desplegar en lo cotidiano, inhibido para exhibir lo plástico, la verborragia y la redacción que requería en el día a día no eran suficientes ni estimulantes... más bien era una lenta agonía.

Con la decisión de iniciar un análisis se empieza a desempolvar la verdadera vocación, no sin años, esfuerzo, resistencias y recaídas, de aquel artista afanoso e inhibido ahora intentaba emerger y darle la posta al hombre que lo dejaría salir y expresarse, formarse profesionalmente y ofrecer al mundo su obra.

Pero fue la palabra, la poesía, la que hizo el trabajo de demoler y construir, estimular y canalizar la creatividad, empezar a darle un fin estético para ser exhibido.  De ahí el blog y las publicaciones en algún proyecto literario de edición mensual, aparecía ahora la forma de hacer lo que me gustaba, algo de lo que deseaba, de una manera cada vez más satisfactoria y bella.

Es ahí cuando me encuentro con esto, esto que ustedes pueden ver, la dimensión y extensión, la repetición y adjetivación, la ejemplificación innecesaria y la gramática un tanto barroca. Es como si no pudiera dejar de escribir, aunque no tenga mucho que decir o haciendo que lo quiero decir se pierda en el como lo digo o escribo. Mucho es nada y menos es más... eso pensé! MENOS ES MÁS!

Y como para ese entonces había tenido una interesante curiosidad y conexión con la cultura, la historia y la estética japonesa, que conocía desde adolescente ya que una de mis más íntimas amigas era hija de japoneses y activa en la colectividad, con todas sus costumbres y tradiciones, empecé a interesarme en la forma de escribir y crear con las palabras, de manera minimalista, esencial y me encontré con el HAIKU, fue como si hubiera encontrado algo natural y espontáneo. Inmediatamente comprendí, al menos esa ilusión o idea tengo, su intención, su belleza y técnica. 

Pues bien, así es que se me dio por escribir, por hacer poesía y después por hacer haiku. Encontré la forma de empezar a intentar vivir conforme a mi deseo, el arte y la creatividad artística, con las palabras y mi fascinación por la estética oriental. Ya llegaría el momento en que ese trabajo desbloqueara lo plástico, llevándome a la universidad y los talleres con maestros como Antonio Pujía, a pintar con frecuencia, exhibir y vender mi obra.

Hoy mi análisis finalizó, pero no terminé con el psicoanálisis, me formo como analista, integro grupos de estudio, equipos de trabajo clínico y un taller de artes combinadas (donde la palabra y las artes plásticas reinan) que coordino en el área artística. Hoy estoy encaminado en mi deseo y aquí estoy, volviendo al blog, para dar cuenta, escribir poesía, contar historias de artista o artistas y muchos haiku!

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